Hay un lugar
que el Mediterráneo
balaga, donde la tierra
pierde su valor
elemental, donde el
agua desciende al
menester de esclava y
convierte su líquida
amplitud en un
espejo reverberante,
que refleja lo único que
allí es real: la luz.
Saliendo de Málaga
siguiendo la línea
ondulante de la costa,
se entra en el imperio
de la luz.
que el Mediterráneo
balaga, donde la tierra
pierde su valor
elemental, donde el
agua desciende al
menester de esclava y
convierte su líquida
amplitud en un
espejo reverberante,
que refleja lo único que
allí es real: la luz.
Saliendo de Málaga
siguiendo la línea
ondulante de la costa,
se entra en el imperio
de la luz.
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