Anoche, día 20 de Marzo de 2.0009, fue un día importante para la corporación nazarena del silencio de San Miguel. Los cofrades del Sto. crucifijo y María Stma. de la Encarnación vivíamos un hecho histórico dentro de la Hermandad.
Justo el día en que entraba a radiar la primavera en nuestra ciudad, el día en que el azahar brotaba a raudiales por las calle del centro y cuyo olor aromatizaba la ciudad presagiando una Madrugá Santa ansiada y esperada. La Virgen de la Encarnación salió a la calle. Antes del día en el que Verbo se hiciera hombre. Cual monjita Clarisa de la Calle Barja se enfundó su hábito franciscano y fue hacerles una visita a unas vecinas un poco olvidadas.
Y lo hizo con sus mejores galas, con toda su gente, con su guapura infinita y con sus ganas de volver. Le ofreció que sus santas manos le vestirían con sus cantos y oraciones cada año desde sus altares monacales, recordándoles una próxima visita sin que pase tanto tiempo en el olvido. Quedan 19 días para que la Reina de la Madrugá cruce el dintel del templo, y para recordar nuevamente desde la clausura franciscana del recoleto convento de la calle Barja, que sois vosotras las camareras que mayor honor pueden tener de acercarse a nuestra Madre, la madre de todos, Encarnación nuestra!
Justo el día en que entraba a radiar la primavera en nuestra ciudad, el día en que el azahar brotaba a raudiales por las calle del centro y cuyo olor aromatizaba la ciudad presagiando una Madrugá Santa ansiada y esperada. La Virgen de la Encarnación salió a la calle. Antes del día en el que Verbo se hiciera hombre. Cual monjita Clarisa de la Calle Barja se enfundó su hábito franciscano y fue hacerles una visita a unas vecinas un poco olvidadas.
Y lo hizo con sus mejores galas, con toda su gente, con su guapura infinita y con sus ganas de volver. Le ofreció que sus santas manos le vestirían con sus cantos y oraciones cada año desde sus altares monacales, recordándoles una próxima visita sin que pase tanto tiempo en el olvido. Quedan 19 días para que la Reina de la Madrugá cruce el dintel del templo, y para recordar nuevamente desde la clausura franciscana del recoleto convento de la calle Barja, que sois vosotras las camareras que mayor honor pueden tener de acercarse a nuestra Madre, la madre de todos, Encarnación nuestra!